Publicado: 16/05/2019
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La violencia intrafamiliar es todo maltrato que afecta la vida o la integridad física o psicológica de uno o más miembros de la familia, provocada por otro miembro de la misma familia. Y si bien la violencia intrafamiliar que mas tristemente conocida es aquella ejercida por los maridos en contra de sus parejas o exparejas, este concepto es más amplio e incluye a otros miembros de la familia dentro de los cuales están los hijos. Por ejemplo, en nuestra ley, se considera maltrato intrafamiliar cuando se da entre los padres de un hijo común (sin importar la relación que exista o haya existido entre estos).

La violencia puede manifestarse en distintas acciones: gritos, insultos, amenazas, golpes, empujones, denostaciones, etc. También existe violencia cuando el agresor es quien tiene todos los recursos económicos y los usa para manipular y controlar al otro, o bien cuando producto de una separación se priva al otro de sus artículos personales. Pero no solo las acciones son constitutivas de violencia, sino que también las omisiones, y en este sentido es importante recalcar que la negligencia y el abandono son un tipo de violencia.

La violencia intrafamiliar es sancionada por nuestras leyes y es denunciable. Carabineros, Policía de Investigaciones e incluso los Tribunales de Familia pueden y deben recibir estas denuncias tomando acciones concretas al respecto y decretando medidas de protección como la salida inmediata del agresor del hogar común, la prohibición de acercamiento, la entrega inmediata de los hijos, o la suspensión del régimen comunicacional entre otros.

Ahora, ¿Cómo es posible vivir un proceso de separación o divorcio sano en un contexto de violencia intrafamiliar? 

Primero, tener en cuenta que la separación sana es la decisión y compromiso de pasar por ese momento, escogiendo manejar las emociones con inteligencia (en vez de actuar desde ellas de manera impulsiva) y tomar acciones concretas en lo legal, emocional y económico congruentes con una mirada puesta en el largo plazo, buscando el bienestar, resolver los conflictos y cerrar ciclos. Parte de ello es poner límites y punto final a este tipo de relación. Implica si se es la víctima, tomar medidas de protección. Si se es parte del problema, ejerciendo violencia, pedir ayuda para deja de hacerlo.

Vivir este proceso de forma sana es posible aun cuando existe violencia de por medio ya que no depende del otro. Pero para poder llevarlo a cabo de forma sana se requiere con mayor urgencia y razón apoyo y contención especializado que nos permitan validar nuestra vivencia, visibilizar la violencia y tomar las acciones y solicitar las medidas de protección necesarias velando por el bienestar personal y de nuestros hijos a largo plazo.

Estas situaciones son las más complejas y delicadas ya que con frecuencia las víctimas cuestionan sus propios actos y decisiones, y existe mucho miedo a accionar por la posible reacción del agresor o por no querer aparecer impidiendo la parentalidad o marentalidad del otro y por lo mismo es importante pedir ayuda.

Pedir ayuda y accionar frente al maltrato y a la violencia permitirá que los hijos se vean protegidos en su desarrollo emocional y les mostrará un adecuado modelo de como manejar la propia vulnerabilidad.

Si quieres ayuda con este u otros temas, puedes agendar con nosotros ACÁNosotros, felices de ayudarte.