En una separación una de las tareas para que la familia logre transitar desde el conflicto a un nuevo equilibrio, es que los padres logren dejar de lado los conflictos de la ex pareja, para pasar a funcionar como equipo parental.
Esto es muy difícil, sobre todo cuando el otro – o uno mismo – no logra controlar su rabia y entra en modo “batalla”. Pero desde nuestra experiencia, en Divorcio Sano sabemos que el aprender a llegar a acuerdos es el principal factor protector para que los niños no salgan dañados en una separación. Una vez logrados, resulta siempre buena idea formalizarlos, pues nos permite saber las reglas que nos rigen y evitar discusiones constantes sobre cómo organizarnos. También nos permite tener certezas para organizar nuestros tiempos y finanzas, además de brindarnos herramientas para ejercer acciones ante eventuales incumplimientos.
Cabe desatacar, que los acuerdos son modificables. Las necesidades emocionales y económicas de nuestros hijos son dinámicas, y como padres tenemos el deber de adaptarnos a estos cambios procurando siempre velar por el interés superior de nuestros hijos. Si existe un cambio de circunstancias que lo amerite, siempre es posible y se deben revisar los acuerdos establecidos.
A continuación, detallamos algunos de los principales focos de conflicto entre los padres separados y algunos consejos para considerar :
Cantidad de tiempo que se pasa con el hijo(a)
Este es uno de los temas sobre los que más discuten los padres y muchas veces se hace con calculadora en mano. Sin embargo, desde lo emocional es importante más que la cantidad, preguntarse también por la calidad de ese tiempo; y por cómo la organización de cuánto tiempo están conmigo o con el otro puede ser experimentado por los hijos.
Recomendaciones:
Es ideal que ambos padres tengan posibilidades para compartir en ambas instancias con los hijos; para que puedan ser parte de la vida rutinaria de los niños y niñas en el colegio, actividades extra programáticas, compras de supermercado, etc.; y también tiempo de descanso y conexión familiar en días feriados o fines de semana.
Es importante pensar en cómo el horario que estamos proponiendo se ajusta a lo que los niños(as) estaban acostumbrados, reflexionando desde su edad y personalidad. Recordemos que todos nuestros hijos e hijas son distintos y deben ser considerados, en estos casos, de manera individual. En general, los niños lactantes y preescolares por ejemplo, requieren de no ser expuestos a separaciones prolongadas de su figura de apego principal. O los adolescentes necesitan ser respetados en sus tiempos con amigos y actividades relevantes para ellos.
Ser empáticos y flexibles cuando existen excepciones a lo pactado. Por ejemplo: cumpleaños de abuelos o primos que no se consideran formalmente en lo legal.
En función de esto es que nosotros también debemos proponer soluciones y tomar decisiones poniendo el foco en nuestros hijos e hijas y su bienestar.
Monto de lo que cuesta la vida de nuestras hijas e hijos (necesidades de los niños) para el cálculo de pensión de alimentos
El ítem alimentos no sólo se refiere a la comida de nuestros hijos, sino que debe considerar todas sus necesidades económicas, incluyendo vestuario, vivienda, salud, educación, recreación, higiene y cualquier otra especial que puedan tener. Padres y madres son responsables de satisfacer las necesidades económicas de los hijos y deben hacerlo de forma proporcional a la capacidad económica de cada uno.
Determinado el monto de las necesidades de nuestros hijos y la proporción a cubrir en función de la capacidad económica de cada padre y madre, podemos recién tomar decisiones sobre la forma en que serán cubiertas. Como puede ser con la entrega de una suma en dinero, pagos directos (por ejemplo de salud y educación) o un sistema mixto que considere las dos alternativas.
(Si quieres saber más cómo se realiza el cálculo de la pensión de alimentos, puedes hacer click ACÁ)
Recomendaciones:
En una separación no sólo se ve afectada la forma en que convive la familia, sino también el estilo de vida familiar. Con el mismo presupuesto, ahora se debe mantener dos hogares.Para conocer más sobre este tema, puedes revisar la siguiente entrada AQUÍ
El primero son las necesidades económicas de nuestros hijos que debemos cubrir. La capacidad económica de los padres es el segundo factor a considerar para determinar cómo debemos distribuir la carga financiera que conlleva mantener a nuestros hijos. Esto quiere decir que si el otro tiene mayor capacidad económica, esto no significa necesariamente que deba fijarse una pensión en el tope máximo legal (50% de los ingresos). Por otro lado, no porque mi capacidad económica sea limitada debo desentenderme de cubrir las necesidades de mis hijos.
Estos pueden ir desde reorganizar mis gastos personales identificando cómo ahorrar o generar nuevas fuentes de ingresos, hasta proponer soluciones sobre trasladar personalmente a los hijos, pensando en disminuir esta necesidad de mis hijos o bien constituir un usufructo respecto de algún bien raíz entre otras alternativas.
En general cuando se discuten las necesidades de los niños, se hace pensando en fijar un monto de pensión de alimentos. Por lo mismo, nuestra recomendación es no solo mirar ítem por ítem cada monto asignado, sino que considerar su impacto en el monto global final. Un ejemplo de esto, visto en muchos casos que atendemos, son eternas discusiones en ítems pequeños, cuando al final el monto total no varía en más de $5.000 o $10.000.
Esto es indistinto para hombres y mujeres. Buscar justicia implica ser honestos en gastos e ingresos; y también ser justos con el monto mensual que destino a mis hijos. Esto es un reflejo, simbólico, de mi relación con ellos; y si engaño al otro, finalmente engaño o daño a mis hijos.
Finalmente la mayor recomendación que podemos entregarte, y que aplica no solo a estos temas en particular, sino que a todas las situaciones en las que nos veamos obligados a tomar decisiones en conjunto respecto de nuestros hijos e hijas, es tenerlos presentes en el imaginario. Cómo hemos explicado en otras ocasiones, sugerimos hacer el ejercicio de pensar :
¿Cómo me gustaría que mis hijos hablen de nuestra separación cuando sean mayores?
Si mis hijos tuviesen la capacidad de entender y observaran mi comportamiento en estas negociaciones, así como mi postura sobre el tema, ¿cómo se sentirían, y cómo eso es congruente o no con lo que deseo que ellos recuerden?
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