Publicado: 05/02/2019
Categoría: Blog / Uncategorized

Los procesos de separación traen consigo muchos y relevantes cambios para todos los involucrados. Estos cambios, en la mayoría de los casos, generan conflictos entre la pareja que se separa que pueden ser consideradas, desde la psicología, como “luchas de poder”.

 

Es importante entonces, comprender a qué nos referimos con una lucha de poder en la pareja que se separa. Esta, se puede entender como “conductas donde priman el egocentrismo y la necesidad de autoafirmación de cada miembro de la pareja por sobre las necesidades del otro”. En otras palabras, una lucha de poder se da cuando uno de los miembros de la expareja pone sus deseos y necesidades como prioridad y busca someter al otro a su autoridad y dominio. Ejemplos: “No tengo por qué escucharlo o hacerle caso”, “No me entiende, solo hace lo que quiere”. “Solo dice que no, porque es una idea que viene de mi”, “Hace todo lo contrario a lo que hablamos”. En esta dinámica, muchas veces cuando hay hijos, se usa además la pensión de alimentos (por ejemplo: le pasará solo la plata si hace lo que yo digo que haga con ella) o visitas (por ejemplo: sino sigue mis instrucciones los fines de semana con ellos, los hijos no podrán ir mas a visitarlos) como parte de las estrategias de lucha, quedando ellos en el medio.

Uno de los principales efectos de una lucha de poder además, es la “polarización”. Esto es, se crean bandos de contrarios, “grupos opuestos antagónicos”, rivales donde las cosas se viven como aliados y enemigos. En estas dinámicas, el diálogo y capacidad de solucionar las cosas se ve obstruido e imposibilitado, perjudicando la resolución de conflictos por considerarse llegar a un acuerdo o resolución como “perder” o “ser débil”. En esta lógica, no es posible cerrar el ciclo de la separación de manera sana, manteniéndose unido desde la hostilidad.

Teniendo en cuenta lo anterior, podemos entonces afirmar que muchos de los conflictos y las formas que buscamos para solucionarlos en el contexto de la separaciones de pareja, son en realidad luchas de poder. En ellas la hostilidad suele ir en escalada, siendo cada vez peor. Pasando de contextos de baja hostilidad como utilizar a algún amigo, conocido, familiar o hijo para entregar u obtener información del otro (por ejemplo: conocer lo que hace después del trabajo, con quién sale, etc.), convencer a otros de las bondades de uno en contraste a las del otro miembro de la pareja a amenazas, insultos, gritos e incluso agresiones físicas.

El buscar salir de esta dinámica de lucha de poder lo antes posible, permite a los involucrados ahorrarse muchos costos tanto emocionales (en ellos, en sus hijos, en el otro), en tiempo, como económicos. La legalización de estos conflictos desde esta lógica de “ganar o ganar”, suele llevar a procesos prolongados y desgastantes para todos los involucrados, con los costos en abogados y trámites asociados.

Solicitar ayuda en amigos, familiares y profesionales que nos ayuden a reconocernos en esta lucha de poder, nos permite tomar consciencia y tratar de llegar a soluciones que nos permitan avanzar, en vez de replicar una y otra vez la estrategia “si tu me haces esto, entonces yo te hago esto otro”. Esto permite reducir el desgaste en todos los involucrados.

 

Este blog fue escrito como colaboración por Andrés Sangüesa Rebolledo. Estudiante de Último año de Psicología, Universidad Diego Portales.

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