Publicado: 29/11/2022
Categoría: Blog

 

¡Claro que si! Y en este blog te explicamos cómo.

Antes que todo, es importante explicar que, tras una separación, existen dos finales posibles (aunque más bien se debiese hablar de un continuo-dinámico… pero eso es harina de otro costal):

 

  • Separación Conflictiva: Cuando una expareja no logra cerrar el ciclo de la separación, y se mantiene “unida” por el conflicto y peleas constantes. No pueden avanzar para sanar y cerrar ciclos. Ellos y sus hijos se ven constantemente afectados por esta mala relación, lo que se vuelve cada vez más destructivo. Y en lo legal, muchas veces se repite esta dinámica, con historias de años de batallas legales y el uso indiscriminado de abogados para hacer demandas y contrademandas que muchas veces ni si quiera tienen sustento legal.

 

  • Separación Sana: Cuando la expareja logra poner distancia emocional con el otro y sanar. Esto les permite, después de un tiempo, aprender a relacionarse como padres de una manera más asertiva y controlada. Logrando diferenciar su historia de pareja con el rol de padres. Este escenario permitirá la coparentalidad y, muchas veces, desde lo legal, los acuerdos mutuos en diferentes temas.

 

Evidentemente cuando uno de los dos lados, queda enganchado emocionalmente y le cuesta avanzar en el duelo de la pareja que se acabó, el proceso de separación sana se complica. Y entonces, se vuelve central desarrollar la capacidad de sostener los límites y la distancia emocional con el otro. Y así evitar engancharse en las peleas, que el que sigue afectado emocionalmente, propondrá constantemente.

En estos casos, es importante por lo mismo también pensar la parentalidad de una manera diferente. Soltando el “ideal”, que no es posible conseguir, para que todos puedan estar más protegidos. Esto es lo que se llama la parentalidad paralela.

Pues si insistimos en estar conversar, decidir juntos, pasar tiempo juntos por “nuestros hijos” cuando esto no ha resultado antes y/o nuestras posturas son tremendamente distantes, solo lograremos entrar en las peleas por el presente y por las heridas de la relación ya pasada.

Esto no significa que NUNCA vaya a ser posible… pero al menos en un inicio y hasta no poder soltar las rabias, miedos y penas, la prioridad es disminuir al mínimo los conflictos y así, comenzar a superar las heridas.

Desde lo legal, en estos casos, muchas veces se necesita judicializar y pedir apoyo a terceros que puedan negociar por nosotros. Ojalá abogados de familia, que entiendan de estos procesos y no se enganchen en una nueva pelea con la otra parte, sino que realmente en zanjar temas y así, puedan todos vivir más tranquilos.

Hay que recordar que lo más dañino de una separación, no es el quiebre mismo, sino que quedar condenad@ a una vida de peleas que merman el autoestima y nuestra calidad de vida… y, lo peor, es que sin quererlo dañan a los más pequeños de la casa.

Si quieres ayuda con este u otros temas, puedes agendar con nosotros ACÁNosotros, felices de ayudarte.