Publicado: 08/01/2018
Categoría: Blog / Uncategorized

El concepto tradicional de familia ha quedado definitivamente obsoleto y necesita ser repensado y ampliado. Aquel modelo en el cual la familia se configuraba casi exclusivamente por padre-madre unidos por el matrimonio e hijos comunes ha evolucionado a otras formas de hacer y vivir la familia.

Nuestro país no es ajeno a esta realidad. En primer lugar, ha habido un aumento progresivo de parejas que se separan antes de tener hijos o en cuyo proyecto familiar no se contempla la posibilidad de convertirse en padres. Por otro lado, el número de hijos nacidos fuera del matrimonio ha ido en aumento, de tal manera que en la actualidad, la mayoría de ellos nacen y viven en familias “no matrimoniales”.  Así, por ejemplo, en 2013 la proporción de hijos de filiación no matrimonial era de un 70, 62% (167.437) en comparación con un 29,38% (69.675) nacidos en un contexto de matrimonio. En segundo lugar, si bien el número de matrimonios se ha mantenido estable y no ha disminuido significativamente durante los últimos 13 años, no es menos cierto que el año 2016 el número de divorcios alcanzó a los 48.608, cifra no menor si consideramos que el mismo año se celebraron 64.431 matrimonios. Esto, sin considerar el gran número de separaciones de hecho. Por último, también ha habido un aumento progresivo de los hogares monoparentales, esto es aquellas constituidas por un solo padre y sus hijos que en al año 2009 alcanzaban 27,6% del total de las familias en Chile.

En estas “nuevas” realidades, que reflejan una tendencia mundial, lo que parece definir familia es que la permanencia de la pareja se supedita a que el vínculo afectivo y de compañerismo entre ellos se mantenga, siendo posible ser diferenciado del de ser padres, pues el vínculo de ambos padres con sus hijos no terminará jamás.

Lo anterior trae aparejado algunos desafíos para todas familias, y en especial para aquellas que buscan un nuevo equilibrio tras un quiebre de la pareja, esto es, dar forma a nuevas definiciones de nuestras relaciones desde su propia realidad. En Defam pensamos que algunas de las preguntas que deben ser reflexionadas de manera consciente por quienes atraviesan un proceso de separación o divorcio, son:

  • ¿Qué significa ser familia para mi?, ¿Cuáles son (eran) mis expectativas respecto de lo fundamental en esta relación?
  • ¿Qué significa ser pareja para mi? , ¿Cuáles son (eran) mis expectativas respecto de lo fundamental en esta relación?
  • ¿Qué significa ser madre o padre para mi? , ¿Cuáles son (eran) mis expectativas respecto de lo fundamental en esta relación?
  • ¿Cómo influye en estas miradas de las relaciones mi historia personal y la historia de la familia donde crecí?, ¿qué recursos y posibles riesgos tienen estas maneras de pensar mis relaciones para mi presente y el de mi familia?
  • ¿Cuán parecidas o diferentes son (eran) estas miradas con quien escogí como pareja en un momento?
  • ¿Cómo cambia mi mirada de estas relaciones tras el quiebre?, ¿qué es posible mantener y qué debo repensar?
  • ¿Hay alguna asociación positiva o negativa desde mi historia personal y familiar con los quiebres de pareja?, ¿qué recursos y posibles riesgos tiene esta manera de pensar en la forma de armar familia tras el quiebre?

Si quieres ayuda con este u otros temas, puedes agendar con nosotros ACÁNosotros, felices de ayudarte.