Publicado: 11/03/2021
Categoría: Blog / Uncategorized

Si bien la ley protege y establece el derecho de los niños y adolescentes de mantener el vínculo con la mamá o el papá con el que no viven la mayoría del tiempo, ésta no define aspectos específicos. No es cierto (algo que solemos rebatir mucho en redes sociales) que las “visitas” deben ser legalmente  “fin de semana por medio”. Tampoco es cierto, que esto es “lo mejor para los niños”.

La reflexión de cómo se logra cuidar la relación con el papá o la mamá con el que se debe fijar un régimen de relación directa y regular debería considerar:
a. El tipo de relación con ese adulto
b. Las características por edad que tienen los hijos
c. Las particularidades que tiene cada uno de los niños, por su propia personalidad o características personales
d. El estilo de vida familiar
Y quizás se nos queda algo más afuera….
Pero lo que consideramos relevante de destacar es que los horarios y días de las “visitas” no deben plantearse en abstracto.

 

En este blog, te compartimos algunas de las consideraciones que creemos son importantes  de tener en cuenta según la edad de los niños.

Lactantes y Niños Pequeños:
Debido a su extrema dependencia de la figura de apego principal, a que no cuentan con lenguaje para expresar lo que sienten o comprender el mundo y a que no existe aún la capacidad de “recordar” en el mediano-largo plazo, las visitas deberían ser cortas, pero más frecuentes y estables en la rutina de los hijos.
Las separaciones prolongadas con la figura de apego primaria suelen generar estrés, por lo que en términos generales no se sugiere pernoctación. Por otro lado, visitas muy espaciadas, dificultan que el otro padre o madre puedan estar disponibles y transformarse en figura de apego secundaria para los pequeños.
Niños más Grandes:
A medida que el niño va ganando edad y amplía su vocabulario, crece en seguridad, comprensión del mundo, manejo emocional y autonomía. La exploración de otras relaciones y del mundo, más allá de la figura primaria va cobrando fuerza e importancia en su desarrollo evolutivo.
En esta etapa las visitas pueden ser más largas y espaciadas. Y, sin obligar y de forma paulatina, pueden incluir pernoctación.
Se recomienda que el padre o madre que realiza las visitas, apoye y se haga parte en su tiempo de “visita” de actividades tanto escolares como sociales de los hijos. Esto es una necesidad importante de los niños en esta edad.
Púberes y Adolescentes:
Con la llegada de la adolescencia, los jóvenes empiezan a ensayar el adulto en el que quieren transformarse, luchando por espacios de autonomía. Para ellos empiezan a ser muy relevantes las juntas con amigos, hobbys, deportes, etc. El mundo fuera de la familia los llama y atrae. Necesitan definir por sí mismos su identidad. Pero a la vez esto resulta muchas veces difícil y angustiante, necesitando el refugio de su lugar seguro.
En esta etapa y aunque no lo digan, igualmente necesitan a sus padres: su cercanía y presencia emocional. Difícil tarea ésta, pues se debe en el fondo tratar de “adivinar” (o leer sus señales emocionales) de cuando necesitan ser reforzados en su “creciente adultez” o cuando necesitan ser “acogidos en el niño que aún son”.
En esta etapa las visitas pueden ser más largas y espaciadas e incluir pernoctación. Se recomienda que el padre o madre, apoye y refuerce a su hij@ especialmente en aquellas actividades tanto escolares como sociales que son importantes para ellos. Y que incluso, de él o ella solicitarlo, se puedan hacer flexibilidades en el “régimen establecido”, si resulta relevante para el adolescente. Siempre, manteniendo el equilibrio de que estas excepciones no se transformen en una constante, que lleve al niño interno a dudar del amor o ganas que tienen de compartir con él.
A modo de conclusión, es importante decir que además de la edad, se deben considerar las otras variables mencionadas. Por ejemplo, un niño de 9 años puede irse sin problemas desde pequeño con su padre por varios días, mientras que otro podría solo tolerar 1 noche fuera de su casa.
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