La cercanía de fin de año nos invita a todos en nuestra ajetreada sociedad a bajar evoluciones y conectarnos con sentimientos profundos derivados tanto de la revisión de lo que fue el año que se va, como de la proyección de las metas para el nuevo año que llega. Y en ese proceso reflexivo y emotivo, ejercen una importante influencia en nuestros sentimientos, la idea de “familia ideal” que todos tenemos en nuestro imaginario colectivo. Esto nos lleva muchas veces a sentir nostalgia por nuestra familia de la infancia o por las diferencias entre lo que nuestra familia actual es y lo que nos gustaría que fuera.
Navidad en especial, es una fecha que si bien en general es sinónimo de fiesta y alegría para los niños, puede despertar en nosotros también tristeza, culpa, rabia, etc. siendo especialmente vulnerables a aquello, los adultos y niños de familias cuyos padres se han separado recientemente.
Respecto a cómo manejar este tema, Paula Sangüesa, psicóloga clínica, PUC, experta en familia y Directora del área psicológica de DEFAM entrega algunas pautas:
- Definir ojalá con la mayor anticipación posible, con cual de los dos padres pasará el o los niños la fiesta y los planes a realizar. Poder anticipárselo al niño le permite tener una sensación de seguridad al contar con una referencia lo que va a ocurrir en su futuro inmediato. No hacer que el niño escoja, pues lo sumerge en un conflicto de lealtad que tiene un efecto tóxico para él/ella, sino que decidirlo entre adultos. Para ello hay que asumir que una separación, tiene como consecuencia que la familia y sus tradiciones cambian… hay uno de los padres que no podrá estar en la cena de Navidad con sus hijos.
- Evitar hacer celebraciones y regalos en conjunto. Además de confundir al niño, generarles falsas esperanzas y evitarles el procesar el duelo por la separación de sus padres, los expone a situaciones de tensión y estrés, especialmente si la relación entre la ex pareja aún es tensa. No caer en la tentación de hacer un “pacto de paz”, porque aunque verbalmente no haya discusiones, lo no verbal es inmanejable (por ejemplo: los silencios tensos, las caras que se ponen, el evitar hablar o mirarse, etc.)
- No convertir los regalos en una competencia o una zona más de conflicto. Muchos padres, sumergidos aún en las peleas que gatillaron el quiebre, caen en el error de competir por quien hace los mejores regalos o hacer regalos con los que se sabe el ex no estará de acuerdo. Esto hace sentir mal a los niños y los expone a quedar en el medio del conflicto entre los adultos, por ejemplo, por recriminaciones del tipo: “tú sabes que yo no estoy de acuerdo con que uses celular, ese aparato no puede entrar a mi casa”.
- Normalizar y Asumir las emociones negativas: Es un período difícil para las familias de padres separados, por lo que más que evitarlas, hay que tomar precauciones para vivirlas de la mejor manera posible. Para ello:
- Como adulto, buscar apoyo en sus cercanos:
- Especialmente para el que no pasa la fiesta con sus hijos, procurar estar rodeado de personas que lo hagan sentir querido y acompañado, y a quienes les pueda expresar su malestar en caso de sentirlo. No aislarse. Para sus hijos será también importante, saber que usted se encontrará acompañado y bien.
- Para el que se queda con los niños, compartir la celebración con otros adultos le permite tener ayuda para cuidar a sus hijos en caso de necesitar un respiro por unos momentos.
- Con los niños:
- Si así lo expresan o desean, permitirles el contacto con el padre con el que no pasan la fiesta. Esto les ayuda a visualizar que aunque la familia cambia, los padres siguen existiendo como equipo y que no necesitan a escoger en sus afectos a uno por sobre el otro. Además los ayuda a calmar la preocupación que inevitablemente sienten por cómo estará el padre que no está en esos momentos con ellos.
- Normalizar con ellos las emociones negativas: por ejemplo “es normal que estés un poco triste, que eches de menos a… pero lo verás mañana”
- Si se encuentran muy afectados y manifiestan rechazo a estar con alguno de los padres, no obligarlos.
- Permitirse crear nuevos rituales de navidad: En esta etapa, la familia debe estar abierta a crear nuevas formas de celebración de navidad, que con el tiempo pueden llegar a ser de suficiente relevancia para transformarse en recuerdos atesorados tanto por hijos como padres. Ahora es el momento para innovar en la fecha horario, el lugar, tipo de comida, forma de hacer los regalos, etc. Por ejemplo: ¿Por qué no una cena con la mamá y los abuelos en casa, y un rico desayuno-picnic navideño con el papá y los tíos en un parque? Además, una de las ganancias que suelen mencionar los hijos de padres separados es que las celebraciones y la diversión, ¡se multiplica por dos!
- Como adulto, buscar apoyo en sus cercanos:
En todos los procesos de cambio familiar, es inevitable sentir en algunos momentos pena, culpa, rabia o miedo, pero también representan una oportunidad para descubrir en otras formas de celebración la alegría, el cariño y el respeto por el otro, identificar recursos personales y familiares, refundar tradiciones y enseñar a nuestros hijos con el ejemplo, sobre la inteligencia emocional.