Publicado: 11/01/2019
Categoría: Blog / Uncategorized

Muchas veces cuando atravesamos quiebres de pareja escuchamos a través de los consejos de quienes nos rodean, mensajes que apuntan al valor que tiene para nuestros hijos preocuparnos por nuestro propio bienestar. Muchas otras, sin embargo, tendemos a dudar de la veracidad de esta afirmación, ya sea por culpa de no estar poniendo a nuestros hijos primero, por miedo a encontrarnos con nosotros mismos (y entonces posponerse funciona como un mecanismo de defensa para evitar sentir dolor) o por creer que son frases cliché, y que por lo mismo, carecen de valor.

Incluso los que trabajamos como terapeutas de niños y adolescentes, vemos como esta tendencia (más frecuente de la que uno creería) lleva a los padres a buscar apoyo psicológico para sus hijos y no para ellos como adultos, funcionando este hecho como una piedra de topa para el avance en los  procesos de terapia de los niños y adolescentes.

Sin embargo, la evidencia empírica de los últimos años nos muestra consistentemente que los estados depresivos y ansiosos en los padres, frecuentes en procesos de separación o divorcio, resultan un factor de riesgo para el bienestar de los hijos. Estos estados emocionales alterados, se asocian en los niños y adolescentes a depresión, ansiedad, oposicionismo y otros problemas de conducta.

También se observa que cuando los padres desarrollan síntomas depresivos, los hijos pueden desarrollar una tendencia a transformarse en los cuidadores de los padres, invirtiéndose los roles para pasar ellos a funcionar como los sostenedores emocionales de los adultos con todo el costo emocional que esto provoca. Esta situación los hace crecer antes de tiempo, involucrarse en el conflicto de la pareja y posponerse ellos mismos (y su desarrollo emocional) para cuidar a los que supuestamente debieran estarlos cuidando a ellos, con todo el dolor y conflictos de lealtad que esto les provoca. Asumir el rol que antes desempeñaba la ex pareja, resulta una carga injusta para la etapa de desarrollo de los niños.

Por lo tanto, si usted quiere que sus hijos estén bien, cuide de si mismo y procure invertir en su propia salud mental y bienestar. Hacerse cargo de su propio dolor y buscar la ayuda que necesita durante o después del proceso de separación y divorcio en otros adultos (amigos, familiares y profesionales de la salud), permite que sus hijos se vean protegidos en su propio desarrollo emocional y les muestra un adecuado modelo de cómo manejar la propia vulnerabilidad.

Si quieres ayuda con este u otros temas, puedes agendar con nosotros ACÁNosotros, felices de ayudarte.